Es un símbolo de protección divina, que muestra un ojo rodeado de rayos de luz o gloria, a menudo dentro o encima de un triángulo o pirámide.

Esta es una pieza única de artesanía en vidrio, cortada y pintada a mano por la parte de detrás del vidrio. Mide 20 cm, tiene 4 mm de espesor y su colgador en la parte de detrás.

El ojo representa el Sol y la luz divina, el conocimiento o la revelación, y establece una potente conexión entre el mundo exterior y el interior individual.

En el nivel espiritual, la pirámide es un símbolo para la integración del yo y el alma. En Egipto, las pirámides eran un lugar para la iniciación espiritual y alcanzar la iluminación espiritual, para buscar lo Divino dentro de uno mismo.

La base de la pirámide representa el cuerpo, los lados muestran los intentos espirituales, la punta simboliza la unión armoniosa del ser humano con el “yo superior” (Dios).

El Ojo que todo lo ve, tiene su origen en un símbolo de protección y purificación del antiguo Egipto, el Ojo de Horus, que posteriormente se representó dentro o encima de una pirámide.

En el tercer milenio antes de Cristo, los sumerios, considerados la primera civilización del mundo, realizaron ciertas esculturas de sus santidades agrandando anormalmente sus ojos para acentuar la sensación de vigilancia.

En la iconografía de los primeros cristianos, el Ojo que todo lo ve era el símbolo de Dios y representaba la compasiva vigilancia de Dios sobre la humanidad. El triángulo simbolizaba la Santísima Trinidad cristiana y los rayos la iluminación espiritual.

Actualmente aparece como parte de la iconografía de los masones y es conocido como el Ojo de la providencia. Aquí sirve de recordatorio al miembro de la logia que sus pensamientos y acciones siempre son observados por el Gran Arquitecto del Universo o Gadu. Aparece en innumerables iglesias y edificios masónicos en todo el mundo, también está en el billete de un dólar estadounidense y en el reverso del Gran Sello de EE.UU.

 

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